Nuestro cerebro establece conexiones en forma de redes neuronales que se activan cuando una experiencia presenta alguna similitud con la experiencia negativa original, es la causa de que todos los seres humanos sigamos sintiendo dolor mucho tiempo después de que haya tenido lugar la experiencia negativa.
Las mismas redes que nos permiten reconocer una canción o un olor que percibimos hace 15 años son las que también pueden hacernos experimentar ansiedad, una depresión o un dolor o malestar emocional en un momento dado.
Cuando aprendemos algo, la experiencia se almacena físicamente dentro de esas redes de células cerebrales que denominamos "neuronas". Dichas redes se conforman en nuestro cerebro interpretando el mundo que nos rodea y, consecuentemente, haciéndonos sentir de una u otra forma.
El EMDR es un abordaje psicoterapéutico empleado para ayudar al paciente a procesar adecuadamente todo aquello que ha generado un daño en su vida y no ha sido correctamente procesado, y está especialmente indicado para el tratamiento del trauma y para el trastorno de estrés postraumático, atenuando los síntomas y efectos negativos de los eventos traumáticos vividos.
El método fue creado y desarrollado por Francine Shapiro y ha sido reformulado en múltiples ocasiones con el fin de obtener los mejores resultados terapéuticos. Esta técnica está avalada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y se aplica a día de hoy en personas adultas, adolescentes y niños.
Todos hemos pasado por experiencias o sucesos que nos dañaron en algún momento de nuestra infancia o de nuestra adolescencia, pero tan sólo algunos de nosotros seguiremos estando afectados de forma negativa por ello. El EMDR implica trata precisamente esa afectación, en primer lugar, a través de la identificación de las conexiones en la memoria de la persona para llegar a cambiar como piensa, actúa o siente. Los recuerdos no procesados que contienen las emociones, sensaciones y creencias negativas son el blanco de la terapia EMDR.
El proceso de aplicación del EMDR implica que el paciente y el terapeuta identifiquen un problema específico que constituya el foco de tratamiento desde el cual comenzar.
A través de los movimientos oculares, el terapeuta pide al paciente que describa el evento traumático, centrándose en la peor parte, el peor momento o una imagen que represente ese peor momento de ese recuerdo. La finalidad de este proceso es que el paciente llegue a resolver adaptativamente un suceso que a día de hoy le afecta (y que en muchos casos no relaciona direcatmente con su motivo de consulta - ansiedad, depresión).
El EMDR es un abordaje que permite poner en marcha los mecanismos de procesamiento de información en el cerebro y se centra direcatmente en las sensaciones físicas que experimenta la persona, así como en las creencias negativas y los estados emocionales que perturban al paciente.
La duración del tratamiento puede variar enormemente en función de la complejidad del problema: en algunos casos de fobias simples, hay pacientes que pueden resolver su problema con tres sesiones, mientras que para otros problemas la duración puede ser superior a un año.
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