La psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica que suele afectar negativamente la vida de las personas que la padecen. Su influencia sobre la vida del paciente es multidimensional, por lo que habitualmente experimentan problemas que interfieren en su vida sobre varias áreas de funcionamiento (como puede ser su autoestima, su vida laboral o sus relaciones sexuales) generando un marcado y significativo impacto emocional. Veamos como...
La procedencia etimológica de la palabra psoriasis procede del griego, tomando tres elementos (psora, ia y sis). Psora (o sarna); el sufijo ia (o cualidad o acción de agonía); y el sufijo sis (o acción).
Consiste en una patología del sistema inmune de tipo inflmatorio, de curso crónico y no contagiosa, que puede manifestarse en la piel (psoriasis) y las articulaciones (psoriasis artítrica) y que genera un impacto negativo sobre la autoimagen del individuo generando ansiedad, estrés, baja autoestima y, en algunos casos, depresión.
Aprender a convivir y aceptar la enfermedad (y sus síntomas) implica pasar por un proceso que comienza en el diagnóstico. La psoriasis es una enfermedad que genera manifestaciones visibles y provoca con frecuencia sentimientos de angustia y rechazo social. Precisamente por esta característica, la intervención psicológica resulta tan importante como necesaria para aceptar la nueva situación y poder expresar y afrontar activamente las emociones que suscita, así como para poder disminuir el malestar y favorecer la interacción social.
Los estudios de prevalencia e incidencia de la psoriasis (realizados desde hace relativamente pocos años) han reflejado datos que resultan poco alentadores para las personas que padecen psoriasis, mostrando una alta comorbilidad (presencia de uno o más trastornos además de la enfermedad) con algunos trastornos psicológicos y reflejando el papel crucial del tratamiento psicológico a la hora de hacerles frente.
Tambien se ha encontrado que:
La psoriasis impacta psicológicamente de forma significativa en la persona que la padece. Para poder entender este impacto tenemos que tener presente que se trata de una enfermedad inflamatoria crónica que genera lesiones cutáneas visibles, picor y dolor y que requiere de un tratamiento a largo plazo. La psoriasis es una enfermedad que va afectar a múltiples dimensiones directamente relacionadas con la calidad de vida de una persona, como son:
La intervención psicológica con pacientes psoriásícos debe incluir un abordaje multidisciplinar (dermatología, nutrición, psicología, etc.) centrándose en:
Teniendo en cuenta esto, podemos afirmar que la psoriasis es una patología que tiene el potencial de cambiar sustancialmente la trayectoria de la vida de un paciente, pudiendo hacer que difiera mucho lo que podría haber sido.
La literatura sobre el impacto de la psoriasis nos dice que las personas que la padecen comentan que su estado emocional se ve influido por el picor, el dolor y por el desprendimiento de la piel; también cuando presentan una afectación cutánea extensa o cuando las lesiones se localizan en áreas visibles. Además, cuentan que la frustración ante tratamientos ineficaces o el miedo a tener una recaída empeora su calidad de vida.
Con todo esto podemos suponer que la psoriasis sea psicológicamente una enfermedad devastadora y que el tratamiento de los síntomas de la piel no es suficiente para controlar esta enfermedad. Es fundamental entender cómo afecta psicológicamente a las personas que lo padecen para ser capaces de ayudarles en el proceso para afrontarlo.
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