Disfunción eréctil o trastorno erectivo

 

 

La característica esencial del trastorno eréctil es el fracaso repetido para conseguir o mantener las erecciones durante la actividad sexual en pareja y que sucede en la mayoría de las ocasiones de actividad sexual. Los síntomas pueden aparecer sólo en situaciones concretas que implican determinados tipos de estimulación o de pareja, o pueden ocurrir de manera generalizada en todo tipo de situaciones, estimulaciones o parejas. 

 

 

El deseo puede verse afectado cuando el trastorno de la excitación se ha convertido en algo muy habitual y no se encuentran salidas. Por otro lado, también mantienen intacta su fase orgásmica, con lo cual hay hombres que pueden eyacular sin erección dado que los reflejos de erección y de eyaculación son neurológicamente distintos.

 

 

 

La disfunción eréctil se origina por la interacción de varios (o todos) factores:

 

  • Físicos u orgánicos (biológicos)
  • Psicológicos o
  • Sociales.

 

La disfunción eréctil es un problema de salud de alta prevalencia y tiene una importante repercusión en la calidad de vida del varón afectado, así como en la de su pareja. La prevalencia de esta disfunción en España es del 12,1%, lo que implica que aproximadamente 1,5 a 2 millones de varones españoles sufren este problema. Sin embargo, sólo el 16,5% de los afectados consulta a un especialista.

 

Muchos hombres con trastorno eréctil pueden tener:

 

  • Baja autoestima, poca confianza en sí mismos y un sentimiento de masculinidad disminuido
  • Afecto deprimido
  • Puede existir temor o evitación de los encuentros sexuales futuros. 

 

 

 

 

En la evaluación y el diagnóstico del trastorno eréctil se deberían considerar los siguientes 5 factores, puesto que pueden ser relevantes para la etiología (causa) o el tratamiento:

 

  1. Factores de pareja (p. ej., problemas sexuales de la pareja, estado de salud de la pareja)
  2. Factores de la relación (p. ej., mala comunicación, discrepancias en el deseo de mantener la actividad sexual)
  3. Factores de vulnerabilidad individual (p. ej., imagen corporal mala, antecedentes de abuso sexual o emocional)
  4. Comorbilidad psiquiátrica (p. ej., depresión, ansiedad) o factores de estrés (p. ej., pérdida del empleo, duelo)
  5. Factores culturales o religiosos (p. ej., inhibición en relación a prohibiciones de la actividad sexual, actitudes hacia la sexualidad)
  6. Factores médicos relevantes para el pronóstico, el curso o el tratamiento.

 

Cada uno de estos factores puede contribuir de distinta manera a los síntomas que presentan los diferentes hombres con este trastorno. 

 

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