El trauma psicológico y emocional no es, a priori, algo visible al entorno familiar y social del niño, niña o adolescente, pero sí lo son sus consecuencias, a corto, medio o largo plazo. Una característica de estos síntomas es que pueden presentarse en el momento del evento o eventos traumáticos o varios años después, lo que dificulta la asociación de la sintomatología y de los sucesos estresantes.
La negligencia social —es decir, la ausencia de un cuidado adecuado durante la infancia— es un requisito para el diagnóstico de trastorno de apego reactivo y de trastorno de relación social desinhibida. Aunque los dos trastornos comparten una etiología común, el primero se expresa como un trastorno de la internalización de los síntomas depresivos y por comportamientos de retraimiento, mientras que el segundo está marcado por la desinhibición y el comportamiento de externalización.
El trastorno de apego reactivo es un trastorno relacionado con trauma en el periodo de la lactancia o la primera infancia, caracterizador por un patrón de conductas de apego notablemente alterado e inadecuado para el desarrollo, en el que el niño raramente recurre a una figura de apego (padres u otros cuidadores) para su comodidad, apoyo, protección y crianza. La característica esencial es la ausencia de apego o un apego muy poco desarrollado entre el niño y sus presuntos cuidadores adultos.
Con frecuencia estos niños presentan problemas de negligencia social en los primeros meses de vida, incluso antes de que se diagnostique el trastorno. Parece ser que sin tratamiento y sin una recuperación en entornos de cuidado normativos, los signos del trastorno podrían persistir, al menos, durante varios años.
De otro lado, el trastorno de relación desinhibida es el otro trastorno relacionado con trauma en la infancia, en el que se observa un patrón de comportamiento en el que un niño se aproxima e interacciona activamente con adultos extraños y no muestra ninguna reticencia por aproximarse a ellos o muestra un comportamiento (verbal o físico) demasiado familiar, eludiendo al cuidador principal (padres, abuelos o quien sea) y llegando incluso a irse con extraños.
Los diferentes estudios científicos indican que las personas que han padecido trauma psicológico en la infancia son más proclives a desarrollar
trastornos mentales y problemas conductuales en la etapa adulta. Las adversidades en la infanciase asocian al 44% de las psicopatologías con inicio en
el desarrollo y al 32% en las personas adultas con un inicio tardío (Green et al., 2010). También, las adversidades en el periodo de la infancia están asociadas al consumo de sustancias, otras
dependencias y al sufrimiento en la adultez de numerosos trastornos psicológicos como pueden serlos relacionados con el estado de ánimo,
la ansiedad, el estrés postraumáticos, la disociación y otros (Agorastos, et al., 2014; Van Nierop et al., 2015).
|
|
|