Los trastornos relacionados con traumas surgen de la experiencia previa a un evento traumático o muy estresante para el individuo, en algún momento de su vida, y cuyos síntomas se pueden entender en un contexto de miedo y ansiedad excesivas. Se ha comprobado que muchas personas que han estado expuestas a un evento así muestran síntomas anhedónicos (dificultad para experimentar placer en diversas situaciones) y disfóricos (estado asociados a un malestar ambiguo y no concreto hacia algo), exteriorizados en forma de enfados u hostilidad o síntomas disociativos.
De todos los trastornos relacionados con traumas, dos son los que aparecen en:
Para que se desarrollen estos trastornos es necesario que se dé el acontecimiento traumático o estresante en una persona que sea vulnerable biológicamente (hiperactivación o hipersensibilidad) y también psicológicamente (cómo interpreta y vive esa situación). Estos trastornos aparecen con más frecuencia en víctimas vulnerables (o que actúan así) pero también pueden aparecer en personas sin ningún factor predisponente, sobre todo cuando el suceso resulta muy traumático.
En cuanto a los factores que intervienen en el trastorno, podemos destacar:
Este tipo de trastornos pueden aparecer a cualquier edad, pero sí es importante destacar que los cambios biológicos, como los de la adolescencia, puede ser un factor determinante. El entorno social del individuo puede funcionar como medida de apoyo y protección ante las reacciones de estos pacientes.
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