El sueño no sólo nos proporciona un mero descanso en nuestra vida diaria,
sino que constituye un estado activo esencial para la restauración física y
psicológica. Sin embargo, no todo el mundo valora la importancia de dormir. Hoy en día aún podemos encontrar personas que creen que dormir es una pérdida de tiempo, y no una necesidad vital. El sueño
es una actividad absolutamente necesaria para hacer frente a los nuevos retos que vamos a tener que afrontar al día siguiente, y, por tanto, la ausencia de calidad (por los
motivos que sean) de un sueño reparador va a generar un impacto psicológico en una o varias áreas de funcionamiento de la persona.
Se trata de un síntoma frecuente que afecta a un 25% de la población de los países industrializados, y cuya repercusión social, económica y sanitaria es importante. La cantidad de sueño varía de
una persona a otra. La mayoría de los adultos necesitan entre siete y ocho horas de sueño cada noche, pero podemos
encontrarnos con personas que duermen de cinco a seis horas, y otras que necesitan entre nueve y diez horas. En ambos casos, el sueño puede proporcionar la misma sensación reparadora.
El insomnio se manifiesta de varias maneras. Los tres tipos principales son:
Estos tres tipos de insomnio descritos no son independientes, pues una persona
puede sufrir simultáneamente dos o tres de los mencionados y no encontrarse
satisfecha con la cantidad y calidad de su sueño.
Si nos referimos a la duración, podemos distinguir tres tipos de insomnio:
El insomnio puede ser secundario a los problemas que afrontamos cada día o
bien ser consecuencia de problemas subyacentes más graves.
Uno de los elementos que contribuyen a la persistencia del insomnio a través del
tiempo es la ansiedad. En ocasiones ésta puede responder a miedos que sólo
están en nuestra imaginación y puede llegar a bloquearnos cuando queremos conciliar el sueño.
La ansiedad también se puede manifestar como consecuencia de dificultades a la hora de adaptarnos a los cambios que se van produciendo en nuestra vida.
Ella suele ser la responsable de la falta de concentración, de la irritabilidad, de los problemas para conciliar el sueño, así como de la sensación de no haber
descansado por la mañana. Si estas sensaciones se van repitiendo un día y otro
y otro, entramos en ese círculo vicioso del insomnio.
Los trastornos del sueño-vigilia incluyen 10 trastornos o grupos de trastornos: trastorno de insomnio, trastorno de hipersomnia, narcolepsia, trastornos del sueño relacionados con la respiración, trastornos del ritmo circadiano de sueño-vigilia, trastornos del despertar del sueño no REM, trastorno de pesadillas, trastorno del comportamiento del sueño REM, síndrome de las piernas inquietas y trastorno del sueño inducido por sustancias/medicamentos.
Los sujetos con estos trastornos presentan típicamente insatisfacción con la calidad, el horario y la cantidad del sueño. El malestar resultante durante el día y el deterioro son rasgos centrales compartidos por todos estos trastornos del sueño-vigilia.
Los trastornos del sueño se acompañan con frecuencia de depresión, ansiedad y cambios cognitivos que deben tenerse en cuenta en la planificación del tratamiento y en su manejo. Además, las alteraciones persistentes del sueño (tanto el insomnio como el exceso de sueño) son factores de riesgo establecidos para el desarrollo posterior de enfermedades mentales y trastornos por consumo de sustancias.
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