El concepto de somatización se define como la expresión del malestar psicológico en forma de síntomas físicos. Estos síntomas físicos aparentan un trastorno somático para el que no hay hallazgos orgánicos demostrables o mecanismos fisiológicos conocidos y para el que existen evidencias positivas (p. ej., una estrecha relación temporal entre acontecimientos psicológicos y la aparición o exacerbación del trastorno) de que los síntomas están relacionados con factores, necesidades o conflictos psicológicos.
Una característica fundamental de los trastornos de síntomas somáticos es que los síntomas no están bajo control voluntario del sujeto.
Entre los trastornos de síntomas somáticos, podemos distinguir:
El trastorno de síntomas somáticos (antiguamente denominado trastorno por somatización) se caracteriza por la presencia de uno o más síntomas somáticos que causan malestar o dan lugar a problemas significativos en la vida diaria, sufriéndolos la persona a través de pensamientos, sentimientos o comportamientos excesivos relacionados con los síntomas somáticos o asociados a la preocupación por la salud, como por ejemplo:
Una característica distintiva de muchas personas con trastorno de síntomas somáticos no son los síntomas somáticos en sí mismos, sino la forma en que los presentan e interpretan. Los síntomas a veces denotan sensaciones corporales normales o un malestar que generalmente no significa una enfermedad grave, pero que el individuo interpreta como una amenaza ("voy a morir"). Dicho de otra manera, evalúan indebidamente sus síntomas corporales y los consideran amenazadores, perjudiciales o molestos, y a menudo piensan lo peor sobre su salud. Además, con frecuencia estiman que cualquier actividad física puede dañar el cuerpo.
El trastorno de síntomas somáticos presenta una alta comorbilidad con trastornos médicos, así como con trastornos de ansiedad y depresivos.
Entre las causas de inicio del trastorno de síntomas se encuentran:
El trastorno de ansiedad por enfermedad (antes llamado hipocondría o trastorno hipocondríaco) es un trastorno de síntomas somáticos caracterizado por una preocupación por tener o adquirir una enfermedad médica grave no diagnosticada, en el que no aparecen síntomas somáticos o, si lo hacen, sólo son de intensidad leve.
Pese a que la preocupación se podría deber a la señal o sensación física no patológica, la angustia del individuo no proviene fundamentalmente de la propia dolencia física, sino más bien de su ansiedad sobre la importancia, el significado o la causa de dicha dolencia (esto es, la sospecha de un diagnóstico médico). Cuando existen una señal física o un síntoma, a menudo se trata de una sensación fisiológica normal (p. ej., los mareos ortostáticos), una disfunción benigna y autolimitada (p. ej., los tinnitus transitorios) o un malestar corporal que no se considera generalmente indicativo de enfermedad (p. ej., los eructos).
En general, presentan unas tasas de utilización de los servicios médicos, aunque no de salud mental, más elevadas que la población general. A menudo consultan a varios médicos para el mismo problema y obtienen repetidamente resultados negativos en las pruebas diagnósticas.
La hipocondría concurre con los trastornos de ansiedad (en particular, el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de pánico y el TOC) y los trastornos depresivos.
El trastorno de conversión es uno de los trastornos de síntomas somáticos caracterizado por la pérdida o alteración de algún aspecto del funcionamiento físico, manifestando una aparente enfermedad para la que no se encuentran causas o mecanismos fisiológicos explicativos.
En este trastorno el sujeto no es consciente de generar intencionalmente los síntomas. Se considera que los factores psicológicos están estrechamente relacionados con el comienzo de los síntomas (un evento estresante, conflictos subyacentes, necesidades emocionales, etc.).
Las manifestaciones del trastorno van desde la hemiplejía (parálisis en hemicuerpo completo), paraparesia (dificultad para realizar movimientos voluntarios con las extremidades inferiores), anestesias, ceguera, visión en túnel, temblores, espasmos, debilidad a las convulsiones, alteraciones de la marcha (p. ej., arrastrar la pierna), etc. Como vemos, los síntomas de conversión están relacionados con la actividad motora voluntaria o sensorial, y por ello se denominan síntomas "seudoneurológicos".
La comorbilidad del trastorno de conversión se daría con los siguientes trastornos:
El trastorno facticio es uno de los trastornos de síntomas somáticos caracterizado por la producción o invención intencional de síntomas físicos o psicológicos de una enfermedad con el objetivo de asumir el papel de enfermo. Es difícil realizar un diagnóstico adecuado de este trastorno, sobre todo cuando los síntomas simulados son los de una enfermedad psicológica o psiquiátrica. En estos casos suele existir una elevada comorbilidad con otros trastornos mentales, por lo que en ocasiones es complicado diferenciar cuáles de los síntomas son reales y cuáles son facticios. A esto se añade la inexistencia de pruebas objetivas que faciliten la tarea diagnóstica.
La sintomatología que presenta el paciente puede ser inventada (por ejemplo, cuando el paciente se queja de un fuerte dolor sin padecerlo), o puede ser autoinfligida (por ejemplo, en el caso de abscesos producidos por la inyección de saliva debajo de la piel); los síntomas pueden ser una exageración o exacerbación de un trastorno físico preexistente (por ejemplo, la simulación de un ataque de grand mal cuando se poseen antecedentes de crisis epilépticas), o puede ser una combinación o variación de todas las anteriores. Este trastorno también es conocido como el «síndrome de Munchausen», término acuñado por el médico Richard Asher en 1951, ideado a partir del personaje de la novela anónima titulada El barón de Munchausen.
Aunque el objetivo de asumir el papel de enfermo es consciente y las conductas que llevan a simular la enfermedad son voluntarias y requieren cierto grado de planificación, las motivaciones por las que se siente impulsado a ello son inconscientes.
|
|
|