El trastorno de personalidad antisocial (también llamado psicopatía, sociopatía o trastorno disocial de la personalidad) se caracteriza por la presencia de un patrón de menosprecio y violación de los derechos de los demás, que suele iniciarse en la infancia o la adolescencia y continuar en la etapa adulta, con la presencia de estrategias de manipulación y engaño de forma reiterada y persistente con la finalidad de conseguir beneficios o placer personal.
Asimismo, los comportamientos existentes en este trastorno se dividen en cuatro grupos:
Este patrón de comportamiento se puede presentar en diferentes contextos indistintamente y provoca, así, un deterioro significativo de la actividad social, académica y laboral.
La manera en que expresan sus emociones puede ir desde la hostilidad hasta la malevolencia. Evitan el sentimentalismo, la calidez o la intimidad, ya que los consideran signos de debilidad. Presentan una incapacidad para identificarse con las emociones de los demás y para compartir y sentir muchas emociones. Tienden a ser personas irritables y agresivas y a mostrar enojo y cólera, y pueden tener repetidas peleas físicas o cometer actos de agresión. Su conducta es arriesgada y busca estimulación. Demuestran tener una notable despreocupación por su seguridad y por la de los demás (por ejemplo, son conductores imprudentes, con exceso de velocidad). Asimismo, pueden tener comportamientos sexuales o consumo de sustancias que tengan alto riesgo de producir consecuencias perjudiciales. Son personas irresponsables en su trabajo (abandono, absentismo sin justificación, etc.) y también en el área económica y de mantenimiento de su familia.
No refieren remordimiento ante sus actos, no reconocen culpabilidad y muestran indiferencia ante las consecuencias de sus actos. Estas personas se muestran seguras de sí mismas y en cierto modo arrogantes. No son frecuentes los sentimientos de lealtad o de culpa cuando instrumentalizan a otros para lograr sus objetivos. Las personas que los rodean se pueden sentir intimidadas por su frialdad y arrogancia. Son personas altamente competitivas y malos perdedores. Parecen necesitar un elevado control sobre los otros, generalmente por la desconfianza que tienen, hecho que funcionaría como mecanismo de defensa ante su inseguridad interpersonal.
Desde un punto de vista cognitivo, se caracterizan por ser personas muy realistas. Pueden percibir el ambiente o situación externa como amenazador (se benefician de tópicos como el racismo, la xenofobia, nacionalismos, etc.), por lo que permanecen vigilantes y autojustifican sus actitudes hostiles o violentas dependiendo de esos peligros percibidos y actúan, por tanto, en defensa propia.
Este trastorno de la personalidad no es sentido por el sujeto que lo padece como egodistónico, es decir, como ajeno o molesto para las personas, sino que se vive como parte integrante de la personalidad plenamente aceptada, por lo cual el sujeto no se siente enfermo. Se definen como personas competitivas, dominantes, adrenérgicas, fuertes, realistas y duras. Se sienten orgullosos de ser como son.
La prevalencia total del trastorno antisocial de la personalidad en la población general es aproximadamente de un 3% en los hombres y del 1% en las mujeres.
Las personas con este trastorno piensan haber sido objeto de abusos y maltratos por parte de la sociedad; justifican la victimización de otros con la creencia de que ellas mismas han sido victimizadas. Conciben a los demás como explotadores (y por lo tanto merecedores de ser explotadas en represalia), o como débiles y vulnerables (por lo cual está bien que sean víctimas). La personalidad antisocial también cree que "los demás son tontos". Estas personas creen tener derecho a violar las reglas (supuestamente arbitrarias y destinadas a proteger a "explotadores").
En vista de su típica actitud explotadora con los demás, no es sorprendente que los antisociales lleguen al tratamiento debido a un conflicto crónico en sus matrimonios o con sus hijos.
El trastorno antisocial se presenta desde la edad de 15 años, como lo indican tres (o más) de los siguientes ítems:
Lo típico es que la persona con trastorno antisocial de la personalidad tenga un conjunto de creencias que le convienen y lo guían en su conducta. Entre ellas suelen contarse las seis siguientes:
El trastorno de la personalidad antisocial tiene un curso crónico, pero se puede tornar menos evidente o remitir con la edad, sobre todo hacia la cuarta década de la vida. Aunque esta remisión tiende a ser particularmente evidente en lo que respecta a la implicación en actos delictivos, no es probable que se mitiguen los otros rasgos del espectro de los comportamientos antisociales y del consumo de sustancias. Por definición, la personalidad antisocial no puede ser diagnosticada antes de los 18 años.
Los individuos con este trastorno con frecuencia carecen de empatía y tienden a ser crueles, cínicos y despectivos con los sentimientos, derechos y sufrimientos de los demás. Además, desprenden un encanto simplista y superficial, con una capacidad verbal voluble y artificiosa.
La falta de empatía, la concepción de sí mismo elevada y el encanto superficial son características que han sido frecuentemente incluidas en la definición tradicional de la psicopatía. Estos individuos también pueden ser irresponsables y explotadores en sus relaciones sexuales y de pareja. Suelen tener antecedentes de muchas parejas sexuales y nunca (o casi nunca) han mantenido una relación monógama. Esta irresponsabilidad se extiende a su rol como padres, tal y como se evidencia por la malnutrición o las afecciones resultantes de la falta de una higiene mínima con sus hijos, por la dependencia y la delegación del cuidado en los vecinos o familiares que no residen en el hogar, por no ocuparse de que haya un cuidador para el niño pequeño cuando el individuo está fuera de casa, o por el despilfarro reiterado del dinero que se necesita para las necesidades del hogar.
También pueden experimentar disforia, con quejas de estrés, incapacidad para tolerar el aburrimiento y la depresión. Pueden haber desarrollado trastornos de ansiedad, trastornos depresivos, trastornos por consumo de sustancias, juego patológico, trastorno de somatización y trastornos del control de los impulsos. También suelen tener características de personalidad que cumplen con los criterios de otros trastornos de la personalidad, sobre todo de la personalidad límite, histriónica y narcisista.
Este trastorno ha de diferenciarse de los siguientes trastornos mentales:
El trastorno antisocial viene determinado por la combinación de tres grandes factores que interactúan entre sí: factores biológicos, psicológicos y sociológicos. Estos dos últimos factores influirían en el moldeamiento de la personalidad, mientras que los factores biológicos actuarían como un precipitante. A su vez, los factores biológicos se dividirían en:
En relación a los factores ambientales, como comentaba antes, podríamos dividir estos factores en dos: psicológicos y sociológicos. A su vez, los factores psicológicos los podríamos dividir en: factores familiares y factores de aprendizaje.
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