Si tuvieras que correr una maratón y no eres una persona que practique asiduamente deporte, muy seguramente no podrías llegar a cumplir con tu objetivo. Tendrías que comprometerte y practicar diariamente durante meses para poder llegar a realizarla. Con este grado de compromiso sí sería factible que, tras un esfuerzo continuado, lo consiguieras.
De igual modo, empeorar las cosas en tu relación de pareja dependen de tu grado de compromiso y del grado de compromiso de tu pareja, ya que cuando tenemos conflictos de pareja que
se encuentran fuera de control, controlar nuestras propias reacciones automáticas requieren de un compromiso constante y continuado, y es dicho compromiso el que te proporciona
autocontrol. El autocontrol necesario para recordar y ser consciente las metas reales de tu relación y no simplemente del dolor experimentado durante las discusiones (o fuera de
ellas).
Los conflictos de pareja hacen que muchas veces olvidemos que ser desagradables, críticos o invalidantes con nuestra pareja es algo que solo empeora la situación. Si bien es cierto que probablemente comportarnos de este modo nos produzca una sensación de castigo “justo” a nuestra pareja, también lo es que el criterio de justicia depende de cada persona y que tu pareja, muy seguramente, no tenga este mismo criterio conceptualizado como tú lo tienes. Dicho de otro modo: tu pareja percibirá tu castigo como injusto y tenderá a defenderse y atacarte para compensar ese desequilibrio (entrando así en un conflicto sin final) y entender esto es clave en la ayuda para parejas en crisis. Además, si tu pareja se comporta del mismo modo es muy seguro que las cosas empeoren entre vosotros y nada se solucione.
En terapia de pareja, muchas veces se observa desde el sillón del psicólogo, a dos personas con conflictos que piensan que el otro merece un castigo. Tomar consciencia de ello lleva un trabajo y el compromiso que comentaba al principio de este artículo, y muchas veces resultará más conveniente retirarnos a tiempo que continuar en el conflicto o rendirnos.
Sin embargo, cuando estamos discutiendo con nuestra pareja es probable que sintamos que no contratacar es poner la otra mejilla. En este sentido, negarte a continuar luchando hasta la muerte (de tu
relación) difícilmente puede considerarse una rendición. Por el contrario, si derrotar a tu pareja es también una autoderrota, dejar de luchar es mostrar el valor de hacer lo necesario para
sobrevivir y, al mismo tiempo, involucrarte en preservar la relación sin dañar a tu pareja.
Si piensas que parar de discutir es poner la otra mejilla muy probablemente te sientas avergonzado o humillado, ya que nos han enseñado a “defender lo que es justo”. Pero si te das cuenta de que parar exige de una habilidad, de un valor y de unas convicciones, esto conducirá a una mejor relación con tu pareja: comprobarás que la vergüenza no está justificada. Al contrario, te sentirás orgulloso y te percatarás de que puedes ser firme en tu compromiso con tu pareja y tener un buen autocontrol para mantenerlo.
Es importante que cada uno de los miembros de la pareja aprenda a anticipar sus reacciones impulsivas dentro de las discusiones, y si nos paramos a pensarlo muy probablemente veremos que estas reacciones son bastante predecibles. Cuando estamos discutiendo con alguien que nos ataca verbalmente, nuestra reacción suele ser impulsiva. Si lo piensas ahora, mientras lees este artículo, seguro que puedes recordar las últimas discusiones en las que tu reacción impulsiva se desbordó por algo que hizo o dijo tu pareja. A esto, le llamamos detonantes del conflicto de pareja.
Una vez qué has identificado los detonadores típicos, puedes anticipar que tu pareja volverá a repetirlos. Cuanta más conciencia tomes acerca de los detonadores y de las consecuencias que tienen, más probable es que no se produzcan o menos potentes serán las reacciones; más aún si puedes hablar o dialogar con tu pareja acerca de qué hace o dice que genera tu reacción, y el modo en qué podría hacerlo para que no se produzca dicha reacción.
Una vez que hayas identificado los detonadores habituales y también las alternativas más útiles, imagina un detonador (y a su vez recuerda que amas a esa persona, que no quieres empeorar las cosas,
que responder de forma negativa solo facilitará que tu pareja lo haga también) y cómo podrías responder respetándote y respetando a tu pareja.
Uno de los mayores problemas cuando discutimos y estamos sobrepasados es que no podemos pensar con claridad. A menudo se vuelven a repetir los errores que cometimos en el pasado al decir lo primero que nos viene a la cabeza, fruto del enfado o del dolor. Pero probablemente, a lo que podemos hacer cuando esto suceda es salir dignamente. Me explico.
Algo que podemos hacer durante las discusiones es reproducir una o dos líneas para acabar con el conflicto de manera digna, por ejemplo:
Es importante que mientras trasladas estas “revelaciones” lo hagas de la forma más calmada y sincera posible, acordándote de cuáles son tus objetivos (no empeorar la situación de conflicto) y describiendo cuáles son tus sentimientos sin entrar a juzgar si lo que hace el otro está mal o está bien (no moralizar).
En este sentido hay 3 cosas que podemos hacer para no empeorar las cosas: visualizar las consecuencias negativas de ceder a nuestros propios impulsos destructivos, tomar distancia y observar estos impulsos, y, por último, visualizar las consecuencias positivas que tendrían superar dichos impulsos destructivos.
En resumen, es importante en la ayuda para parejas en crisis trabajar de forma simultánea con ambos miembros de la pareja, y ya que si sólo uno de los dos se compromete en el autocontrol pronto la frustración crecerá y volverán a sucederse los patrones de conflicto de la relación. Si observáis que es lo que os sucede, igual ha llegado la hora de ir a terapia de pareja...
|
|
|