Nuestra sexualidad se expresa a través de nuestros pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, actividades, prácticas, roles y relaciones; por eso, cuando una persona experimenta algún tipo de disfunción sexual en su vida suele generar un gran sufrimiento, y muy frecuentemente, genera conflictos de pareja o un deterioro de la relación.

Este deterioro de la relación se traduce, de un lado, en discusiones e incomprensión; y de ansiedad y agobio por el otro. Si te sientes identificado con lo que te cuento es muy probable que tengas o hayas tenido un problema así, en ese caso, acudir a un terapeuta sexual sería una buena idea para dejar de afrontar el problema de la forma en que lo estás haciendo. 

Te dejo un archivo en el que puedes ver un resumen del proceso terapéutico en terapia sexual, para que tengas una idea aproximada.

La terapia sexual comienza por una primera entrevista, en la que se recaba información acerca del problema (delimitar el mismo, conocer cuándo comienza, cómo ha evolucionado, por qué comenzó, qué hace que empeore, qué ha hecho la persona para superarlo, etc.) para establecer si la causa tiene un origen médico (en cuyo caso se deriva al profesional pertinente) o psicológico. Si la causa es psicológica se comienza el tratamiento y se continúa recogiendo datos y elaborando una historia sexual del paciente, así como una historia clínica del paciente que cubra todos los datos necesarios para elaborar adecuadamente el tratamiento.

Tras este proceso se hace una propuesta de tratamiento, se explican los componentes necesarios para hacer frente a la disfunción o motivo de consulta y se realiza un seguimiento del tratamiento para valorar los problemas que surjan, las dudas, imprevistos, etc., y finalmente se realiza la sesión de alta y cierre.