El término psicótico se refiere a las ideas delirantes o las alucinaciones manifiestas, en ausencia de conciencia de su naturaleza patológica (o anosognosia).
Se considera que la esquizofrenia es un trastorno mental grave y complejo, que está caracterizado en la mayoría de los casos por la pérdida del contacto con la realidad. El espectro de la esquizofrenia viene definido como una mezcla de signos y síntomas peculiares. El inicio y el curso de este trastorno pueden ser variables. La edad de comienzo suele situarse al final de la adolescencia o principios de la etapa adulta, siendo poco probable que la enfermedad aparezca antes de los 16 años o después de los 50. La aparición de la enfermedad puede ocurrir de manera aguda o ser insidiosa, y su curso puede progresar de tal modo que comprenda desde un solo brote con remisión completa hasta, en los peores casos, desarrollarse de manera crónica con exacerbaciones repetidas que impliquen un deterioro progresivo del paciente.
El sujeto que padece esquizofrenia suele presentar los siguientes síntomas:
La mayoría de los sujetos que presentan esquizofrenia suelen tener una nula conciencia de que presentan un trastorno psicótico (lo que se ha designado con el término anosognosia) y los datos que se tienen acerca de esta falta de conciencia, sugieren que no es una estrategia para hacer frente a la enfermedad, sino más bien una manifestación más de dicha enfermedad. Debido a esta anosognosia, el individuo está expuesto a un mal cumplimiento terapéutico y un mal seguimiento del tratamiento farmacológico.
También es frecuente que haya síntomas como la despersonalización o las preocupaciones somáticas que alcanzan en numerosas ocasiones proporciones delirantes. La ansiedad y las fobias son habituales en la esquizofrenia, al igual que las anormalidades motoras como posturas o manierismos raros, comportamientos rituales o estereotipados (repetitivos y sin sentido).
Existen elevadas tasas de comorbilidad del trastorno con determinadas sustancias y enfermedades. Así, la dependencia a la nicotina es especialmente alta ya que entre el 80 y el 90% de individuos con este trastorno son fumadores habituales. La comorbilidad de la esquizofrenia con los trastornos de ansiedad es también especialmente alta, normalmente con trastornos obsesivo-compulsivos y de trastornos de angustia. Se suelen dar trastornos esquizotípicos, esquizoides y paranoides al inicio de la enfermedad; pero no está claro si constituyen un trastorno distinto o si son pródromos de la esquizofrenia.
Actualmente, los trastornos del espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos son:
En la evolución de la esquizofrenia se pueden distinguir tres fases:
La vuelta a la normalidad premórbida no es lo habitual. El curso más común se caracteriza por exacerbaciones agudas o recaídas (nuevas fases activas) con aumento del deterioro entre cada episodio (en las fases residuales). El deterioro de la fase residual aumenta entre cada episodio activo durante los años iniciales del trastorno, aunque también hay datos de que los síntomas residuales se atenúan durante las fases tardías de la enfermedad en muchos pacientes.
El grupo de factores que acompaña a un buen pronóstico son:
Por otro lado, predicen un mal pronóstico los siguientes factores:
El trastorno esquizofreniforme se caracteriza fundamentalmente por una sintomatología similar a la esquizofrenia pero con una duración inferior a los seis meses y no necesariamente con existencia de deterioro funcional. El comienzo suele ser rápido, con alucinaciones y/o delirios. Aunque muchos pacientes con trastorno esquizofreniforme pueden presentar deterioro funcional cuando sufren un episodio, es improbable que en la anamnesis se encuentre un deterioro progresivo en las áreas social y laboral. Respecto a la epidemiología, existen muy pocos datos sobre la incidencia, prevalencia y distribución por sexo de este trastorno. Parece observarse más frecuentemente en los adolescentes y jóvenes. Su incidencia es un 50 % menor que la esquizofrenia. En general, los pacientes con un trastorno esquizofreniforme presentan más síntomas afectivos y un pronóstico más favorable que los que padecen esquizofrenia. La causa de este trastorno sigue siendo desconocida.
Por otro lado, el trastorno esquizoafectivo se caracteriza por el solapamiento de un episodio afectivo (depresivo mayor, maníaco o mixto) y dos o más de los síntomas clínicos de la esquizofrenia, sin que se puedan diagnosticar uno u otro por separado. El período mínimo de aparición será de un mes, precedido o seguido de al menos dos semanas de ideas delirantes o alucinaciones, y en ausencia de síntomas afectivos acusados. El trastorno esquizoafectivo afecta más a las mujeres que a los hombres. La edad de inicio es más tardía en las mujeres que en los hombres, al igual que ocurre en la esquizofrenia. Este trastorno tiene mejor pronóstico que la esquizofrenia, pero peor pronóstico que los trastornos del estado de ánimo.
El trastorno psicótico breve está caracterizado fundamentalmente por una alteración psicótica con duración mayor de un día y menor de un mes, y retomo completo al nivel de actividad anterior, sin o con desencadenante conocido. Los síntomas que predominan son la conducta extraña, confusión, desorientación y labilidad afectiva, que varía desde la exaltación hasta la tendencia suicida. Es más frecuente en personas con trastornos previos de la personalidad o que han experimentado situaciones de enorme estrés, como desastres o cambios culturales llamativos. Suele aparecer entre los 20 y los 35 años, y la incidencia es ligeramente mayor entre las mujeres. Ya que se considera que el estrés psicosocial desencadena el episodio psicótico, éste es más frecuente en personas con mecanismos insuficientes de afrontamiento.
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