Las disfunciones sexuales son un grupo de trastornos, típicamente caracterizados por una alteración clínicamente significativa de la capacidad de la persona para responder sexualmente o para experimentar placer sexual.
Las disfunciones sexuales incluyen:
Aunque la respuesta sexual tiene requisitos biológicos de base, habitualmente se experimenta en un contexto intrapersonal, interpersonal y cultural. Así pues, la función sexual supone una compleja interacción entre factores biológicos, socioculturales y psicológicos. Sin embargo, el diagnóstico de disfunción sexual requiere descartar problemas que se expliquen mejor por un trastorno mental no sexual, por los efectos de una sustancia (p. ej., una droga o medicamento), por una afección médica (p. ej., una lesión de nervios pélvicos) o por un conflicto importante en la relación, la violencia de pareja u otros factores de estrés.
Toda disfunción sexual puede catalogarse y explicar su origen dentro de los siguientes factores etiológicos (causas):
Algunos de estos leones pueden ser: el estigma de la puta, el miedo al descontrol, el miedo al vicio o a la sexualidad incontrolada y adictiva, al fallo erectivo, al dolor, a la vajina "dentada", al abandono, miedo al compromiso, a no llegar al orgasmo o miedo al propio orgasmo por considerarlo de alguna forma peligroso o negativo.
La característica distintiva de la eyaculación retardada es el retraso marcado o la incapacidad para alcanzar la eyaculación, aun cuando se produce una erección completa y suficiente excitación y estimulación sexual. El individuo refiere una dificultad o incapacidad para eyacular a pesar de la presencia de estimulación sexual adecuada y de deseo de eyacular, durante la actividad sexual con una pareja.
Las dificultades para eyacular pueden contribuir a las dificultades para concebir. El retardo en la eyaculación a menudo se asocia a un sufrimiento psicológico importante en uno o ambos miembros de la pareja.
Entre los tipos de eyaculación retardada se diferencian los siguientes:
La característica esencial del trastorno eréctil es el fracaso repetido para conseguir o mantener las erecciones durante la actividad sexual en pareja y que sucede en la mayoría de las ocasiones de actividad sexual. Los síntomas pueden aparecer sólo en situaciones concretas que implican determinados tipos de estimulación o de pareja, o pueden ocurrir de manera generalizada en todo tipo de situaciones, estimulaciones o parejas.
Muchos hombres con trastorno eréctil pueden tener:
En la evaluación y el diagnóstico del trastorno eréctil se deberían considerar los siguientes 5 factores, puesto que pueden ser relevantes para la etiología o el tratamiento:
Cada uno de estos factores puede contribuir de distinta manera a los síntomas que presentan los diferentes hombres con este trastorno.
El trastorno orgásmico femenino (antes llamado anorgasmia) se caracteriza por una dificultad para experimentar el orgasmo o una marcada disminución en la intensidad de las sensaciones orgásmicas. Para diagnosticar un trastorno orgásmico femenino, los síntomas deben experimentarse en todas o casi todas las ocasiones (aproximadamente, el 75-100 %) de la actividad sexual (en situaciones y contextos concretos o, si es generalizada, en todos los contextos).
En este trastorno podemos encontrar dos modalidades:
Para que una mujer sea diagnosticada de trastorno orgásmico femenino debe haber un malestar clínicamente significativo asociado a los síntomas. Si se considera que el trastorno orgásmico femenino se podría explicar mejor por otro trastorno mental, por los efectos de una sustancia/medicamento o por una afección médica, no se haría el diagnóstico de trastorno orgásmico femenino.
Al evaluar el trastorno del interés/excitación sexual femenino se debe tener en cuenta el contexto interpersonal. Una "discrepancia en el deseo", cuando la mujer tiene menor deseo de mantener actividad sexual que su pareja, no es suficiente para diagnosticar un trastorno del interés/excitación sexual femenino. Para que se cumplan los criterios del trastorno debe haber ausencia o reducción de la frecuencia o la intensidad de:
Además, es habitual que aparezcan algunos de los siguientes síntomas:
Al evaluar un trastorno de deseo sexual hipoactivo en el varón, debe tenerse en cuenta el contexto interpersonal. Una "discrepancia en el deseo", en la que el hombre tenga menor deseo de mantener actividad sexual que su pareja, no es suficiente para diagnosticar un trastorno de deseo sexual hipoactivo en el varón.
El trastorno de dolor génito-pélvico/penetración (vaginismo y dispareunia) hace referencia a cuatro dimensiones de síntomas que a menudo se presentan juntos:
Las dificultades importantes para las relaciones/penetración vaginal pueden oscilar desde la incapacidad total para experimentar una penetración vaginal en cualquier situación (p. ej., relaciones sexuales, exploraciones ginecológicas, inserción de tampones) hasta la capacidad para experimentar penetraciones fácilmente en una situación pero no en otra.
El dolor típicamente puede describirse como superficial (vulvovaginal o que aparece durante la penetración) o profundo (pélvico, es decir, que no aparece hasta que la penetración es más profunda).
El dolor génito-pélvico también puede caracterizarse cualitativamente (p. ej., "quemar", "cortar", "disparar", "palpitar"). El dolor puede persistir durante un tiempo tras finalizar la relación sexual y también puede aparecer durante la micción. El dolor experimentado durante las relaciones sexuales puede reproducirse característicamente durante una exploración ginecológica.
Esta reacción "normal" puede llevar a la evitación de situaciones sexuales/íntimas. En otros casos, este marcado temor no parece estar muy relacionado con haber experimentado dolor y, sin embargo, conduce a evitar las relaciones y las situaciones de penetración vaginal. Esto ha sido descrito como algo similar a una reacción fóbica, sólo que el objeto fóbico puede ser la penetración vaginal o el temor al dolor. La tensión o la contracción marcada de los músculos del suelo pélvico durante el intento de penetración vaginal puede oscilar desde unos espasmos de apariencia refleja del suelo pélvico en respuesta a los intentos de penetración hasta una defensa muscular "normal/voluntaria" que se produce ante la experiencia anticipada o repetida de dolor, o como respuesta al temor o a la ansiedad. En los casos de reacciones "normales/de alerta", la penetración sería posible en circunstancias de relajación. A menudo, lo mejor es que la caracterización y la evaluación de la disfunción del suelo pélvico las haga un ginecólogo especializado o un fisioterapeuta del suelo pélvico.
La eyaculación prematura (precoz) se manifiesta por la eyaculación que tiene lugar antes o poco tiempo después de la penetración vaginal. Se trata de un patrón persistente o recurrente en que la eyaculación producida durante la actividad sexual en pareja sucede aproximadamente en el minuto siguiente a la penetración vaginal y antes de que lo desee el individuo. Muchos varones con eyaculación prematura (precoz) se quejan de falta de control sobre la eyaculación y refieren aprensión al anticipar su incapacidad para retrasar la eyaculación en los encuentros sexuales futuros.
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